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FOTO: MIGUELCHA GUTIERREZ

LA PATRIA ESTÁ EN LAS CALLES

Publicado: 2018-07-29

En cuestión de horas entre, ayer y hoy, se nos fueron dos referentes de la cultura en el Perú, Marco Aurelio Denegri, aquel intelectual que hizo del pesimismo un oficio, del sarcasmo un estilo y que, a pesar de todo, cumplía religiosamente la tarea de defender como un náufrago que no quiere regresar, esa pequeña y digna isla que era su programa de televisión. También zarpó al infinito el poeta más emblemático de la generación del setenta, Enrique Verástegui, autor de esa obra maestra que se tituló “En los extramuros del mundo”. Miembro del movimiento artístico Hora Zero, colectivo de poetas e intelectuales que dejó una huella profunda en nuestras letras durante la segunda mitad del siglo XX. 

Verástegui y Denegri se van en un momento crítico para el Perú, cuando más falta hacen los referentes y la gente de experiencia. No terminábamos de sobarnos el alma por la partida del maestro Jaime Guardia, en plena jornada de lucha contra la corrupción que se derrama por las ventanas de las instituciones y debemos contar ahora dos bajas importantes. En el mes de la patria y como para recordarnos las ausencias y vacíos en el cuadro de Juan Lepiani –sí, ese en donde un argentino proclama nuestra independencia al lado de un cura panzón y sin ninguna mujer, un indio o un negro- se siente con meridiana claridad la orfandad de la historia, se siente que marchamos solos a encontrarnos con esa patria esquiva que nos inspira, que se escabulle y que casi siempre nos es lejana. Esa patria etérea, esa promesa vaga que, sin embargo, la preferimos un millón de veces a la patria de los narcos y corruptos que operan a través de jueces, fiscales, periodistas, congresistas y candidatos que ven en el Estado una palanca para hacer rodar sus turbios negocios.

Aprenderemos a caminar en la orfandad, porque así fue en el paro de 1977, porque así fue en la Marcha de los 4 Suyos, porque así fue durante el Baguazo y así ha sido siempre. Porque la patria no está en el ruido de las botas que desfilan por la avenida Brasil cada patético 29, ni en el mojón de los caballos, ni en las lacrimógenas o las cachiporras que son ahora el emblema de una democracia falsa, la patria ahora ni siquiera es rojiblanca. La patria es asco, rabia e indignación, es algo que se inflama dentro, es la cara de miles de jóvenes furiosos que se enfrentan a la represión con la piel en ristre. Mujeres que se organizan para que nos las sigan matando y violando en la más vil impunidad. La patria es en estos momentos de orfandad una imagen de banderas negras de luto con gente gritando y ocupando plazas y calles. Como decía Verástegui: “Yo vi caminar por las calles de Lima a hombres y mujeres carcomidos por la neurosis, hombres y mujeres de cemento pegados al cemento, aletargados, confundidos y riéndose de todo. Yo vi sufrir a estas pobres gentes con el ruido de los cláxones, sapos girasoles, sarna, asma, avisos de neón, noticias de muerte por millares una visión en La Colmena”.

Y en medio de esta sombra, nos asombró el discurso presidencial. Aunque quedan un poco flojas las propuestas sobre la urgente reforma electoral para garantizar participación política plena de la sociedad y no solo las mafias disfrazadas de partidos, tuvo momentos de valentía y lucidez respecto a las políticas con enfoque de género contra el feminicidio y el machismo. Un claro éxito de nuestras compañeras feministas y su inquebrantable lucha. Por otro lado, someter a referéndum la reforma política es sacar el debate a las calles y arrancarlo de las garras de un Parlamento dominado por el keikismo y sus aliados.

De alguna forma, Martín Vizcarra le ha declarado la guerra al fujimorismo. Los hechos dirán si solo fue una impostura o les plantará batalla. Lo que la ciudadanía debe hacer es seguir en pie de lucha, para apoyar lo positivo del mensaje y tomarle la palabra. Vizcarra no tiene base social, la necesita si quiere llevar a cabo las reformas prometidas. Debe conversar con las fuerzas políticas democráticas y alinearlas detrás una plataforma de lucha anticorrupción, ahí se le unirá el país.

A estas alturas de la náusea poco importa ya un discurso, aunque sea esperanzador. Recobremos el protagonismo social frente a una situación límite, o recuperamos nuestra casa o nos desalojan estos matones y sicarios de la política. Gran responsabilidad tienen en este proceso de “enmierdamiento social” -parafraseando al maestro Denegri- los medios de comunicación que ahora se quejan del fujimorismo pero que lo alimentaron durante todo este tiempo, le dieron tribuna y los trataron con guante blanco. Hoy que la bestia naranja también los “terrukea y los caviarea” se rasgan las vestiduras.

En fin, ya tengo lista mi banderola. Hasta aquí escribo. Ya empieza la marcha.


FUENTE: http://diariouno.pe/columna/la-patria-esta-en-las-calles/


Escrito por

Jorge Millones

Trovador y productor. Aficionado a la filosofía y las ciencias sociales.


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Cascabel: Textos, imágenes y sonidos para el cambio.

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