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El fujimorismo honesto

Publicado: 2018-06-14

Hablemos del fujimorismo honesto, no del fujimorismo realmente existente que está investigado por la DEA por sus vínculos con el narcotráfico, ni del que está investigado por lavado de activos o por haber recibido dinero de Odebrecht. Tampoco del fujimorismo que ha convertido el Congreso en el nuevo SIN, ni de aquel que fue capaz de asesinar a los inocentes guardianes del Banco de la Nación para acusar a sus opositores de “terrucos” como ocurrió en la Marcha de los 4 Suyos, ni de aquel fujimorismo que corrompía a todo un país desde la salita de Montesinos con las rumas de dinero que les robaron al Perú, sobre todo, a los más a los pobres.

Hablemos del fujimorismo decente, de aquel que no quiere verle cola al saurio, que no se da cuenta del cluster de corrupción en el que se convirtió aquel partido noventero del chinito del tractor cambiando de nombre en cada reelección. De aquel fujimorismo que en verdad cree y creyó que el golpe del 5 de abril de 1992 era necesario para acabar con el terrorismo, que compró absolutamente la versión de un Fujimori capturando a Abimael Guzmán mientras andaba de pesca por la selva.

Hablemos del fujimorismo romántico, que ve en Fujimori al Cid campeador que cortó la cabeza del dragón terrorista, de los que en verdad creen que Fujimori fue un buen gobernante cuando esterilizó mujeres andinas y pobres. De los que creen la versión de los “excesos” en lugar de violaciones de DDHH, de los que ven en Martín Rivas, Hermoza Ríos, Telmo Hurtado y en el “Comandante Camión” a héroes de la ”pacificación”. De los que ven en todas partes conspiraciones caviares para soltar terrucos, de los que ven apología al terrorismo en la Comisión de la Verdad, el Ojo que llora y el Lugar de la Memoria.

Hablemos de aquel fujimorismo que no quiso enterarse que los comandos de Chavín de Huántar fueron usados para camuflar los delitos de los esbirros de Montesinos y Huamán Azcurra, de los que creen necesario controlar al cine para que no diga “terrucadas”. Ése fujimorismo romántico que piensa que un militar es indefectiblemente un “héroe” y que los comandos de aniquilamiento como COLINA o “Rodrigo Franco” jamás existieron. Hablemos del fujimorismo que asume que los militares no asesinaron dirigentes sociales y nunca desaparecieron cadáveres en hornos al más puro estilo nazi. Que nunca firmaron actas de sujeción con un capo de la mafia y que no serían capaces de “chorearse” la gasolina o el rancho de los soldados. El fujimorismo que cree que la Corte Interamericana de DDHH es un lastre y que los militares están encima del bien y el mal, por consiguiente, todas las acusaciones en su contra son patrañas de comunistas y caviares.

Hablemos del fujimorismo decente, de los que son buenos vecinos, buenos padres de familia y protegen a los niños de la nefasta “ideología de género”. Personas correctas que saludan al llegar y se despiden al irse, que seguramente corren con sus familias en las maratones de RPP y no se pierden las homilías de Cipriani. Que seguro hubieran apoyado a Piérola en la guerra porque era un “patricio” y buen caudillo. Que ven en Phillip Butters a un filósofo y aplauden a Martha Chávez cuando se despacha sobre cualquier tópico.

No se equivoque, en verdad son gente decente y de seguro pagan sus impuestos. Aunque no quieran enterarse de la Ley que protege a las “lavanderías de dinero” disfrazadas de cooperativas, ni de las contrataciones de agentes montesinistas hechas por Walter Jibaja, el Jefe de seguridad del Congreso que ha hecho del Parlamento un tributo al “Doc” amedrentando a sus adversarios y usando los recursos del Estado para adoctrinar a sus operadores amplificando la versión fujimorista de la historia.

Son gente que tiene una especial disposición a la sordera selectiva, no escuchan nombres como LIMASA o Lava-Jato. Confían que Keiko Fujimori y sus lugartenientes son líderes impolutos libres de polvo y paja, aunque una chispa de dignidad popular bastaría para que empiecen a arder muchos rabos.

Y este tipo de fujimorismo puede incluso estar en otros partidos y gremios, de hecho, podemos encontrar a conspicuos representantes del fujimorismo decente entre altos empresarios y congresistas de partidos que simpatizan con la desregulación y las privatizaciones. ¿Sí o no Olaechea? ¿Miras al techo Donayre?

Para el “fujimorismo ilustrado” -llamémosle así- la democracia se reduce a economía de mercado y la libertad es solo capacidad de consumo. Y los pobres que no tienen plata para gastar, son pobres por holgazanes, por no ser emprendedores, por ende, tienen bien merecida su miserable situación.

No aceptarían un táper o una dádiva por su voto, pero consideran positivo que Keiko ayude así a los pobres. Y honestamente creen que quienes se oponen a ellos son ineludiblemente terroristas y por consiguiente hay que exterminarlos sin ningún remordimiento.

Odian con sincera honestidad, no hay intereses subalternos ni personalismos en medio de su real odio. Están tan bien adoctrinados que pueden fungir de “fujitrolls” de manera gratuita. Odian a sus enemigos por simple hecho de existir, no por sus argumentos. Y serían felices llenando el Cañón del Pato con caviares y rojetes. 

En verdad son honestos, no quieren robar, ni corromperse, ni asaltar las arcas del Estado solamente aniquilar a sus adversarios, pues sueñan con un país absolutamente anaranjado. Son fujimoristas ideológicos, expresión de la sedimentación histórica de diversas capas de conservadurismo, antipolítica, machismo y autoritarismo. Es decir, es fascismo a la peruana, puro y crudo. Senderismo de derecha.

Y cuidado, para esa gente la democracia, cansa.


Escrito por

Jorge Millones

Trovador y productor. Aficionado a la filosofía y las ciencias sociales.


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