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NO. NO ES COSA DE LOCOS

Publicado: 2018-04-29

El machismo no es una enfermedad mental. Es una ideología de género que al radicalizarse produce odio, violencia y crimen. En los últimos días nuestro país ha sido testigo de cómo se han activado rápida y poderosamente los resortes conservadores y machistas de nuestra sociedad para relativizar el feminicidio y encubrir sus causas. 

Algunos medios no denominaron “intento de feminicidio” al execrable crimen de Carlos Hualpa contra Eyvi Ágreda, lo relativizaron como “incendio de bus, arguyeron que, “no solo se atacó a una mujer, hubo más afectados” y un jefe policial atribuyó el hecho a un “desequilibrado mental”. En las redes horrendos comentarios justificaban el hecho: “Qué habrá hecho, pues” y el reaccionario Movimiento Vida y Familia circuló un meme que pregonaba que “la violencia no tiene sexo” yendo en contra de una aplastante estadística que los deja en ridículo.

un asco de meme

En el fondo, el feminicidio es un crimen de odio que se produce cuando un individuo machista enceguecido por la misoginia decide acabar con la vida de una mujer. En nuestro país los casos de feminicidios que incluyen quemaduras son muchos, la profesora Victoria Guerrero publicó en sus redes una investigación de sus alumnos sobre atentados y feminicidios que incluían quemaduras: agua hervida, gasolina, electricidad, ácido, aceite caliente. En algunos casos las mataron y en otros sobrevivieron, los chicos de una clase universitaria registraron veinte casos de uso de fuego entre 2016 y el 2018. La época en que se quemaba mujeres acusándolas de brujería ya pasó, cambiaron los motivos, pero se las sigue quemando.

FALSA CONCIENCIA

Existe un pseudo debate entre quienes dicen que el agresor es un demente y quienes dicen que es un machista. La sociedad es machista y todos (y todas) individualmente en mayor o menor grado, también lo somos. Los propios psiquiatras, el policía, el maestro, la ama de casa, el político, la actriz, la ministra, todos pueden llevar dentro de sí los dispositivos culturales del machismo y operar a su favor sin querer queriendo.

El machismo es una ideología, es decir un conjunto de ideas, valores, actitudes y creencias que consideran que la mujer no es un Sujeto. Es inferior por el hecho de haber nacido mujer y son inferiores (hasta llegar al desprecio) también aquellas personas que no encajan en el estereotipo de lo que es ser un “hombre”.

La sociología marxista le llamó falsa conciencia a la ideología y el propio Marx dijo que los mecanismos ideológicos tienen la función no sólo de encubrir o distorsionar la realidad, sino, que ocultan y normalizan los privilegios y verdaderos intereses de las clases dominantes. El machismo, en tanto ideología encubre y normaliza los privilegios de los hombres, naturaliza el dominio sobre la mujer y desprecia a los homosexuales porque su solo existencia cuestiona esa ideología.

El nazismo, también era una ideología que consideraba inferiores a otras razas, su radicalización los llevó a despreciarlas y después a exterminarlas. El machismo es la ideología más antigua, arraigada en la cultura, en las costumbres; articulada a las religiones, al conservadurismo y lamentablemente también a la política.

Lo que vivimos en el Perú a partir de las luchas de las mujeres en contra del acoso, violación y feminicidio, es también una lucha ideológica. Una lucha por ubicar y extirpar de nuestro sentido común las ideas y valoraciones que desprecian y victimizan a la mujer.

HABLA LA CIENCIA

Vayamos más allá de la sociología marxista. En los EEUU un estudio publicado el 2017 de la American Psychological Asociation denominado “Meta-análisis de la relación entre la conformidad con lo masculino. Normas y resultados relacionados con la salud mental” confirman que el machismo genera un alto riesgo de desarrollar trastornos psicológicos. No al revés, pues problemas psicológicos y enfermedades psiquiátricas siempre habrán, pero no todas ellas producen feminicidios y tampoco hay por ahí una estadística aplastante de “masculinicidios” cometidos por mujeres. Los especialistas analizaron el comportamiento de diferentes etnias y evaluaron el control emocional, el grado de violencia, la autosuficiencia, el desprecio por la homosexualidad, la vida sexual, y el nivel de necesidad de demostrar control y poder sobre las mujeres. "Hacen una suerte de juego que es como un sube y baja donde para que uno esté arriba el otro necesariamente debe estar debajo. Ese tipo de operación mental se llama renegación. Es decir, niego un aspecto de la realidad o de los vínculos, por ejemplo, niego la capacidad de la mujer o le quito el valor a su palabra y uso ese mecanismo para reafirmar mi autoestima. Si se parte de ahí, lógicamente la posibilidad de tener trastornos mentales es mayor".

El gremio de psiquiatras en el Perú (un gremio, ojo, no un solo psiquiatra) se ha pronunciado diciendo que ese crimen es producto de causas sociales y culturales, no de una enfermedad mental. Los enfermos mentales no son necesariamente violentos y pueden ser diagnosticados y tratados, pero un machista ni siquiera acepta que se puede equivocar. ¿Pueden convivir el machismo y la enfermedad mental? Por supuesto, pero la causa de los feminicidios no es una enfermedad mental, podría ser la causa de un hecho aislado, pero no de los miles de casos que empiezan con el sistemático acoso y estudio de la víctima, acabando con la violación y asesinato de una mujer.

El "desequilibrio mental" en el caso Carlos Hualpa se usa como atenuante o encubridor de la verdadera causa. Hemos presenciado un crimen de odio, misoginia perversa producto del machismo radicalizado. Y todos en mayor o menor grado somos, en el fondo, capaces de aberraciones bajo ciertas circunstancias y tocando ciertos resortes. Por eso es necesario el cuidado y vigilancia de uno mismo. Por eso urge una política de salud mental efectiva y ajustes políticos que vayan poniendo límites y desmantelando la mentalidad machista.

FUENTE: http://diariouno.pe/columna/no-no-es-cosa-de-locos/


Escrito por

Jorge Millones

Trovador y productor. Aficionado a la filosofía y las ciencias sociales.


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