“Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe”, pero esa pequeña grieta entre lo justo y lo legal se ha convertido en un boquerón al servicio de pillos de alto vuelo, expertos en hacer “negociazos y faenones” en los intersticios legales que las leyes dejan.

Ante las investigaciones y la presión ciudadana, Roque Benavides confiesa sin pudor que destinaron millones de dólares contra un candidato que no era funcional a sus intereses y dice que financiar una campaña electoral “no es un delito”; gracias a una leguleyada las empresas farmacéuticas se conforman como un monopolio, luego PPK nos toma por ingenuos y nos dice que él no sabía nada de lo que hacía su empleado Sepúlveda ocultando un evidente conflicto de intereses y nos damos cuenta que este modelo económico llamado economía de mercado encubre en realidad un perverso modelo que los anglosajones llaman Crony Capitalism o “capitalismo de amigotes”.

En este modelo los empresarios no compiten por obtener el favor de los consumidores, sino del poder. Las coimas y “apoyos” se pagan después con concesiones y obras. La colusión es la norma y la corrupción su lógica consecuencia, se pactan asociaciones político-empresariales para controlar los mercados y la opinión pública corrompiendo la administración estatal y envileciendo a toda la sociedad.

Las leyes nacen para cubrir una necesidad, garantizar un derecho y limitar el poder, pero para los amigotes la ley está ahí para “sacarle la vuelta”, para sacarle provecho e incrementar su poder debilitando el Estado de derecho y sus funciones fiscalizadoras.

Una democracia secuestrada por el dinero, en el fondo, no es una democracia, es una pantomima donde lo cívico es mero ritual, donde libertad y consumo significan lo mismo. Un sistema en el que las mayorías pierden y ganan los de siempre.

FUENTE:   http://larepublica.pe/politica/1209310-crony-democracy