El peso de las evidencias del ilegal indulto a Fujimori, el escándalo de Odebrecht y la creciente indignación ciudadana, empujan al gobierno a implementar una política agresiva de persecución, represión y violencia. Para ello, sus aliados desatan un proceso de “criminalización mediática” generando un clima de miedo y asedio recurriendo al terrorismo como tradicional “Cuco”. 

El supuesto “complot norcoreano” para enlodar a un partido de izquierda demuestra que ya está en marcha este mecanismo montesinista. Ahora sacan como gran novedad un “informe de Inteligencia” del 17 de octubre del año pasado. Aduciendo que una treintena de obras de arte popular (tablas de Sarhua, una pintura y un retablo) estarían siendo utilizadas para hacer apología al terrorismo, por lo tanto, estarían retenidas e investigadas.

Esas obras ya ingresaron y se encuentran en las instalaciones del MALI desde diciembre del año pasado y según su pronunciamiento son obras que nada tienen que ver con la apología al terrorismo.

Las tablas son obras de arte testimoniales, cuentan un relato desde el punto de vista popular. Describen el accionar senderista, el drama del pueblo y el papel que jugó el Estado. Tienen una mirada crítica de lo que pasó, el arte cumple también esa función, la de expresar un punto de vista y de mostrar un trauma histórico para poder superarlo colectivamente. Este gobierno que tanto habla de “reconciliación” debiera saber el importante rol que juega el arte y las expresiones culturales en el proceso de “curar heridas” psicológicas, más aún cuando se ningunea el derecho a la justicia y campea la impunidad.

Ahora circulan memes que “terruquean” a la directora del MALI, el Mincult guarda silencio y el gobierno de PPK sigue transitando el camino de la ilegitimidad. Sin duda, ha tirado al piso las tablas de la ley, urge un nuevo pacto social.

Fuente: larepublica.pe