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LOS PEQUEÑOS GOLPES

Publicado: 2017-11-12


Analistas, periodistas, cientistas sociales, comunicadores, publicistas, faranduleros y sobre todo politólogos, se pueden contar entre los profesionales avocados en los últimos años a la tarea de lavarle la cara al fujimorismo. Tal parece que a los grupos de poder poco les importa la democracia, mientras el gato “cace ratones” no importa que destroce la casa.

CAVIARIZANDO A KEIKO

Tesis universitarias, investigaciones y libros publicados se imprimieron para demostrar que el fujimorismo había dejado de ser una asociación ilícita para delinquir. Se convirtieron por arte de magia en una “fuerza política” que quería legítimamente participar de la vida democrática. A punta de campañas publicitarias y reportajes los medios se pusieron al servicio del fujimorismo, la tarea era dejar en claro que habían cambiado y tenían derecho a participar electoralmente.

Pero ¿Acaso esta precaria democracia que hoy tenemos, no se la arrancamos luchando en las calles al fujimorismo? ¿En qué momento decidieron creer en esta democracia que en su momento denominaron “caviar”?

Nunca sabremos si los analistas profujimoristas que intentaron “caviarizar” a Keiko lo hicieron por convicción democrática o por otros intereses, el hecho es que no solo se equivocaron, sino que, le hicieron un gran daño al país. Pues contribuyeron al proceso de enterrar en el olvido todo el prontuario fujimorista, de presentarlos como una fuerza política obviando no solo lo que pasó en los noventas, sino, los silenciados escándalos de LIMASA y su tonelada de cocaína, las propiedades y rápido ascenso de Joaquín Ramírez, la campaña de tapers y carísimas dádivas, entre otras perlas que han llevado al Ministerio Público a investigar al fujimorismo como lo que siempre fue, una organización criminal.

PONTIFICADORES

En los ochentas y parte de los noventas conocí en San Marcos a un estrafalario pontificador senderista. Se presentaba en cuanta conferencia y debate podía para lanzar loas indirectamente a Sendero Luminoso y cancelaba los debates con violencia, se oponía a la democracia y negaba que Sendero estuviera cometiendo actos terroristas, a pesar que muchos representantes estudiantiles de la izquierda lo arrinconaban en los debates, pues su posición era insostenible. Pero siendo el Perú un país autoritario, en donde siempre habrá gente feliz con “la mano dura”, no faltaron algunos incautos que cruzaron la línea y se fueron con Sendero. Muchos acabaron presos, muertos o desaparecidos, sino fuera por la macabra realidad que eso significa, aquel charlatán (a quien extrañamente nunca lo detuvo la policía, menos el grupo COLINA) hubiera sido un apocalíptico payaso más de los que a veces solían pulular también en la Plaza San Martín.

Lamentablemente, esto no es una payasada, mucha gente murió y la violencia senderista engendró al fujimorismo. Ambos comparten el mismo ADN social, ambos se nutren del mismo autoritarismo popular, de la misma neurosis y ansiedad política que busca resolver los problemas y conflictos asesinando gente.

Aquel irresponsable predicador senderista me recuerda a muchos de los periodistas, entrevistadores y politólogos que salieron en los últimos 10 años a pontificar sobre el fujimorismo, sobre que esta democracia ganada a punta de marchas, sacrificios, denuncias, organización y lucha, se la debemos al delincuente “Fujimori que pacificó el país” pero ahora purga condena. La imposición del modelo fujimorista fue gracias a un golpe de Estado, el fujimorismo nada tiene de democrático y en los últimos años, lo único que ha hecho es sofisticarse, comprarse una red de publicistas que le laven la cara y prometerles a sus socios poderosos (legales o no) que sus negocios no serán tocados. Es decir, que para ellos “democracia” es que no le toquen los “negocios”.

CRUZAR LA LÍNEA

Hoy en plena efervescencia futbolera habla Marcelo Odebrecht (y esperemos que lo haga su ejecutor Barata) y se comprueba que A. G. siempre fue Alan García y que financiaron la campaña de Keiko, maldita coincidencia que hace que la pasión popular sirva de involuntaria “cortina de humo”. Los propagandistas políticos y “académicos” del fujimorismo miran para otro lado, se “indignan” y algunos conchudamente traen de nuevo el tema de Venezuela para tapar lo que aquí pasa, como si el pecado ajeno los convirtiera en santos.

El fujimorismo y su colmillo aprista al sentirse amenazados le han gruñido al Tribunal Constitucional como antaño, cuando necesitaban reelegirse eternamente. Le han lanzado un zarpazo al Fiscal de la Nación para que se detenga y no los investigue. Le perdonan impuestos a una aerolínea chilena, quieren sacar el etiquetado informativo de productos comestibles, medicinas y no pasa nada. Solo les falta morder el cuello del Ejecutivo, vacar a PPK y convocar a elecciones entre ellos mismos, pues también están cerrando la oferta electoral solo partidos ligados a la corrupción.

El fujimorismo nos está dando pequeños golpes de baja intensidad que nos empujan cada vez más a cruzar la línea de la democracia y estar en una situación de total indefensión frente a ellos. No se necesita ya un gran golpe de Estado para tomar el poder, lo están haciendo de a pocos, para no conmocionar, pero están avanzando y hay que detenerlos.

Si esta vez la Justicia peruana logra demostrar que el fujimorismo jamás cambió ni cambiará, no paremos hasta proscribirlo, que la derecha se busque otra representación política, porque como toda propuesta autoritaria que amenace nuestra democracia se lo podrá reconocer también por su tolerancia con la corrupción.

A pesar de todo, se abre una oportunidad para el Perú.


FUENTE diariouno.pe


Escrito por

Jorge Millones

Trovador y productor. Aficionado a la filosofía y las ciencias sociales.


Publicado en

Cascabel: Textos, imágenes y sonidos para el cambio.

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