#ElPerúQueQueremos

UN PAÍS DE MUJERES VIOLADAS

El problema no son ellas

Quien diga que no es machista ignora qué es el machismo. Lo padecemos todos sin excepción, también las mujeres, en mayor o menor medida, pero nadie se libra del machismo. Es una ideología que ha arraigado profundamente en nuestra cultura y moldea nuestras formas de ser.

Publicado: 2017-10-26


Por Jorge Millones


Una bebita de dos meses violada por su padre, una ciudadana violada que fue a apoyar el censo voluntariamente, denuncias de mujeres asesinadas, golpeadas y violadas en todo el Perú. Locutores de radio que se burlan de esta situación, congresistas fujimoristas que justifican las agresiones, una premier que no ve la dimensión del problema y una sociedad que se “ofende” porque el grito de rabia de las víctimas insulta a los “hombres sanos” y decentes afectando la “imagen” del Perú.

LA IMAGEN DEL PERÚ

¡Señores, la imagen del Perú está por los suelos hace tiempo y no dicen nada! No vamos a hablar de la corrupción esta vez, pero súmenla a lo que vamos a decir: Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables en lo que va del año se asesina a un promedio de10 mujeres al mes y 19 se salvan con las justas, sino tendríamos la horrorosa cifra de una mujer asesinada por día. El 53.7% asesinadas por sus parejas o ex parejas. El 6% de esas mujeres asesinadas son niñas y adolescentes que ni siquiera pudieron defenderse. Lima, Arequipa, Junín, La Libertad, Cusco, Ancash, Puno y Ayacucho lideran este macabro ranking.

Respecto a las violaciones ¡Hasta septiembre ya van más de 3125 mujeres violadas! Es como si nos ocupara un ejército extranjero lleno de bárbaros que nos odian y se vengan con las mujeres. 2160 de esas víctimas fueron niñas y menores de edad. La información proviene de los reportes de los Centros de Emergencia Mujer, pero en otras estadísticas -como las de la Fiscalía y otras instituciones de la sociedad civil- las cifras aumentan mucho más ubicándonos como el segundo país con más violaciones en la región, sólo detrás de Bolivia y nos sigue Brasil que nos quintuplica poblacionalmente.

¿Por qué razón somos incapaces de reconocer la grave situación de este problema? ¿Por qué nos hemos acostumbrado a ser tolerantes con el abuso, el acoso y la violencia? ¿Nos estará pasando lo mismo que en los ochenta cuando nadie quería aceptar la verdadera dimensión del terrorismo? ¿Estamos enfermos o no?

Muchos perciben esto indivudualizadamente, es decir, que son desgracias que les ocurren a “otros”, pero la responsabilidad es colectiva, porque lo que nos arrojan estas cifras a la cara no sólo son las aberranciones de los asesinos y violadores, sino, que al no disminuir es porque todos como sociedad, lo estamos permitiendo y promoviendo.

Consultamos a profesionales sobre este tema y nos dejaron mucho para la reflexión, para sentirnos interpelados y movilizarnos a cambiar esta situación que debería avergonzarnos a todos sin excepción.

MACHISMO: EL ORIGEN DEL MAL

El feminicida, el violador ¿Están enfermos? El psiquiatra Alonso Rodríguez Zanabria inequívocamente dice que: “Los violadores, machistas, abusadores y maltratadores de mujeres no son enfermos, ni tienen, a priori, ningún problema atendible psiquiátricamente. Pensar que la mujer es un "complemento", "una costilla", que debe ser una "dama" o "una señorita de su casa" y si no lo es, debe ser de alguna u otra manera castigada o escarmentada, no es ninguna forma de enfermedad mental. Tampoco requiere atención médica psiquiátrica alguien que reivindique esas ideas porque no es una patología que esté fuera de su control y voluntad. Un sujeto que actúa así, decide, de una u otra forma, que la mujer vale menos y por eso se da las licencias del maltrato.

Una enfermedad mental es otra cosa, es una contingencia, un suceso trágico, un drama involuntario. En cambio, el sometimiento de la mujer, no es un acto involuntario, todo lo contrario, es plenamente consciente y tiene fines de sometimiento.

Entonces, quién asume que la mujer debe recibir disciplina si no cumple determinado rol o que algunas se merecen, en ocasiones, "castigos ejemplares" no es víctima de un infortunio, sino todo lo contrario. Quién asume esas ideas es responsable de su violencia, abraza esos conceptos y ejerce una violencia consciente que tiene además un fin: la dominación y el control.

Un machista, por lo tanto, no es un enfermo mental, de la misma forma que tampoco es enfermo mental un racista. Ambos, machistas y racistas, reivindican conscientemente ideas que les permiten ejercer violencia y daño a quiénes son más vulnerables y a quienes deciden voluntariamente agredir y someter”.

Al no ser patológico el machismo se ubica entonces en el campo social y cultural, ya que es la expresión de lo que se conoce como patriarcado, que es un rasgo de nuestra civilización a nivel mundial, sobre todo en los países monoteístas (cristianos, judíos y musulmanes) y no se expresa en todos los países de la misma manera. En teocracias fundamentalistas las leyes suelen consagrar prácticas crueles y bárbaras porque los Estados no son laicos y las sociedades son profundamente conservadoras. En el Perú no llegamos a esos extremos pero al parecer por ese camino vamos.

La psicoanalista Ana María Guerrero define al machismo como: “…un conjunto de representaciones, discursos y prácticas dirigidas a sostener la primacía de “lo viril” en la comprensión y ordenamiento del mundo. En nuestro país, como en el resto de América Latina, el machismo adquiere cualidad de rasgo: los latinos, los peruanos, somos machistas, es decir, aceptamos –porque hemos incorporado como natural dicho orden- que el hombre y todo lo relacionado a su mundo y a la expresión de su mundo, sea el parámetro con el que vivimos, pensamos, sentimos y transformamos el mundo. Como distintivo se puede observar vivo y generando efectos en las más amplias esferas de lo humano: en lo social, laboral, cultural, político (por decir algunos), en los vínculos con amigos y amigas, hasta llegar al interior de las familias, los estilos de crianza, la vida íntima de las parejas y, finalmente, en la experiencia subjetiva de cada uno de nosotros.” En buena cuenta, nos dice que el hombre es la medida social del poder y la mujer una subordinada a esa medida.

La psicóloga Jessica Huertas apunta que “el machismo se sedimenta desde la primera infancia, creando símbolos y mensajes que habitan el imaginario colectivo y que se pasan de generación en generación”. El machismo es quien asigna los roles protagónicos al hombre, se convierte en una suerte de director invisible de nuestras vidas.

Por ejemplo, nos dice Jessica Huertas: “en una actuación de niñxs de inicial, puedes ver que a quien disfrazan de presidente siempre es al niño, difícilmente será una niña. Los mensajes entran de forma icónica, de lo concreto a lo abstracto”. Son mensajes formadores y la base de los estereotipos. Más adelante, los niños y niñas crecen y asumen esas valoraciones y las reproducen de adultos.

Para Ana María Guerrero: “en el mundo político hay más hombres que mujeres y en el mundo empresarial, lo mismo; en el magisterio los hombres se aglutinan en la educación que supuestamente es más compleja, la secundaria, y se han apoderado de la dirigencia de los sindicatos, donde prolifera la idea de que hay que ser “bravo”. En el mundo cultural miremos la desproporción cuantitativa de directores, guionistas y dramaturgos hombres, así como los que asumen roles de docencia y autoridad en instituciones públicas y privados. En el mundo de la literatura podemos decir lo mismo: la difusión de autores hombres es descaradamente mayor que la recibida para las mujeres.” Es evidente que el primer acto injusto es con la mujer y dichas evidencias nos muestran cómo el machismo estructura –injustamente- nuestra sociedad y nos vuelve tolerantes con dicha injusticia.

¿QUÉ FAVORECE AL MACHISMO?

Aunque el problema ocupa varias dimensiones, el principal factor que favorece al machismo es la indiferencia. “Lo que favorece al machismo es la inacción, la justificación o el no cuestionamiento a sus múltiples expresiones. Es decir, pensarlo de manera fragmentada, como si machismo fuera apenas pegarle a la mujer, acosarla en la calle o educar de diferente manera a hijos hombres y mujeres…” (Ana María Guerrero).

Machismo también son aquellas prácticas que nos parecen inofensivas y cotidianas, incluso el sistema económico en donde la mujer es la mujer es una mercancía más. Por ello, Jessica Huertas afirma que: “El capitalismo favorece al machismo, es más, lo necesita para mantener el orden y la jerarquía. Las iglesias son una gran herramienta del sistema para mantener a la mujer obediente y sumisa, pues los lugares de poder en estos espacios están destinados para varones. Los medios de comunicación lo alimentan con mensajes estereotipados permanentemente, mensajes que apoyan también una sociedad de consumo en donde las cosas para mujeres cuestan más, pero las cosas que hacen los hombres son más valoradas”.

DEL PIROPO AL FEMINICIDIO

Lo piropos no son inofensivos, no son galanteos, y en mucho, son formas de acoso. “Los piropos, las bromas o las formas elegantes como la caballerosidad, lo que reflejan son formas más o menos sutiles de control y dominación. Es cuando la mujer reta a esta autoridad que el caballerismo queda de lado. Muchos agresores consideran que no son injustos con la mujer, sino, que se ven obligados a aplicarles disciplina y corrección” (Alonso Rodríguez)

Para Jessica Huertas: “El piropo es una forma socialmente aprendida de decidir por la otra persona, pues implica interrumpir a alguien en su caminar para decirle algo que "tú quieres", sin importar si la otra persona desea interactuar contigo.... esto último es en frío el mismo razonamiento que los tocamientos indebidos o una violación, es decir satisfacer tu necesidad personal sin importar la otra persona. El piropo es un machismo callejero envuelto de "palabras bonitas", que esconde mucho de las frases que se dicen en una violación... me explico: cuando se dice un piropo a una mujer, el hombre se "justifica" diciendo que estaba vestida provocativamente; si leemos con detenimiento los comentarios ante una violación, quienes la justifican dicen "la mujer provoca vistiéndose así".

Ana María Guerrero: “parte de la premisa de que las mujeres tenemos cualidades intrínsecas que están para ser contempladas, admiradas, y por ende, cuidadas. Justamente como hacemos con los objetos y adornos de nuestras casas. Quizás aquí se entiende por qué hablamos de la “cosificación” de la mujer: no es que alguien no sepa que somos personas, no proponemos esa indistinción tan simple, sino más bien aludimos a una operación psicológica que dice que, a pesar de saber, a pesar de que cualquiera diría que las mujeres somos personas, el trato que nos reservan es de cosas, como si fuéramos cosas, algo para ver, para contemplar, un objeto delicado o precioso que hay que poseer y cuidar, de otras miradas y deseos.”

PERÚ PAÍS DE VIOLADORES

Las generalizaciones son legítimas, pero son también injustas, eso lo sabemos y no debería escandalizarnos pues las usamos todo el tiempo. Sirven para graficar una situación o para llamar la atención sobre determinado tema. La “indignada” respuesta de muchos hombres (y de no pocas mujeres) ante el #PerúPaísDeVioladores revela en el fondo una hipocresía, pues hay generalizaciones positivas que nos hacen sentir orgullosos como colectividad o nos generan indiferencia, pero ante esta acusación exigimos no generalizar, porque en el fondo no queremos asumir que somos parte del problema. Más aún cuando existen cifras concretas que nos escupen a la cara una triste evidencia: somos machistas y lo toleramos.

Para dejar de ser un país con un rasgo tan acentuado y terrible como el machismo hay mucho que se debe hacer. Para la abogada Parwa Oblitas: 

“...la sanción punitiva de privación de libertad en ambos delitos es alta, por ejemplo, el feminicidio tiene como pena mínima 15 años y como máxima hasta cadena perpetua, lo mismo pasa con el delito de violación sexual, sin embargo, a más penas no hay una reducción de la violencia contra las mujeres, esa es una forma de combatir esta problemática, pero no la más efectiva. Debemos usar todos los mecanismos y herramientas para prevenir y sancionar la violencia machista, desde la educación con enfoque de género, capacitación con enfoque de género a los policías y operadores de justicia, campañas de prevención con hombres para cambiar su forma de masculinidad y como sociedad no ser cómplices ni justificar la violencia. Combatir la violencia contra las mujeres es tarea de todas y todos.” 

¿TE ASUSTA EL FEMINISMO?

No tendría por qué asustarte. El feminismo no es la contracara del machismo, como absurdamente canta Arjona y creen muchos. El feminismo es un enfoque, un posicionamiento ideológico y político contra el patriarcado y el machismo, que son las formas más antiguas de dominación en la humanidad. Es una herramienta fundamental para desmontar esta estructura social y cultural machista de la que formamos parte frecuentemente, y muchas veces, sin darnos cuenta.

El feminismo busca eliminar las relaciones de poder y domino entre los géneros, aspira a la igualdad y equidad entre todas y todos, sin privilegios “naturales” de ningún tipo.

SE OPUSIERON A UNA LEY QUE QUITABA
BENEFICIOS PENITENCIARIOS A VIOLADORES

La lingüista activista feminista Vero Ferrari dice con voz indignada que: 

“…necesitamos urgente hombres que eduquen a otros hombres, que les hagan ver sus miserias, que se den cuenta y hagan dar cuenta a otros que para una mujer la violencia no es gracia, es dolor, es humillación, es furia, en lugar de sentirte indignado porque el Perú es un país de violadores. ¡Y 7 de cada 10 mujeres te lo pueden demostrar en tu cara! Indígnate de que nos violen desde los dos meses de nacida, indígnate de tener una mayoría congresal que protege a los violadores, indígnate de que las mujeres no podamos vivir sin miedo, indígnate de cosas importantes y si es posible, párate frente al INEI un lunes al mediodía, dejando tu trabajo y otros quehaceres, para exigir que el Estado responda por las mujeres violentadas. Y si eres incapaz de hacer eso, callado nos ayudas más.”

Somos una sociedad que se resiste a evolucionar y la clave para el cambio no está en las mujeres, somos los hombres los que tenemos que ser conscientes de nuestros privilegios y renunciar a ellos. Ellas ya están luchando, tomando la palabra y defendiéndose, nos toca a nosotros.

El machismo también se expresa políticamente, ya sea a través de los lobbies conservadores de las iglesias y sus líderes que impiden que el Estado sea en verdad laico o a través de sus aliados, que son partidos políticos cuyos representantes están investigados por casos de corrupción o gravemente involucrados. Allí donde se da un paso adelante contra el machismo, aparecen estas fuerzas conservadoras para desandar dos hacia atrás. La negativa a despenalizar el aborto, relajar las penas contra violadores y crímenes de odio, su agresivo rechazo a la comunidad LGTBI y todas las campañas del fujimorismo y sus aliados conservadores en contra del enfoque de género son una agresión directa contra la mujer peruana y una re-victimización de las que fueron golpeadas, violadas y hasta asesinadas.

El hombre machista jamás es libre, vive una ficción de la libertad. No tolera a la mujer autónoma y se siente cuestionado y eso le causa inseguridad y sufrimiento. El primer interesado en librarse de esta lacra debiera ser el hombre.

El día que las niñas peruanas puedan sentir que como sociedad garantizamos su seguridad física y emocional -en casa y en el espacio público- su autonomía para elegir un camino, su libertad para elegir un rol o sostener libremente una idea, tendremos no solo grandes mujeres, habrán nacido también hombres buenos capaces de cambiar. Hasta que ese día llegue, seguiremos llenos de vergüenza.


Escrito por

Jorge Millones

Trovador y productor. Aficionado a la filosofía y las ciencias sociales.


Publicado en

Cascabel: Textos, imágenes y sonidos para el cambio.

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