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El indulto es su principal objetivo y para eso nos chantajea a todos. no solo al gobierno de ppk

EL GOLPE SILENCIOSO

El indulto como cereza de una torre de injusticias

La excarcelación de Alberto Fujimori es la última fase de un plan de control total de la sociedad peruana por parte del fujimorismo y sus aliados.

Jorge Millones

Publicado: 2017-06-30


A menos que el reo se esté literalmente muriendo, los indultos no proceden en caso de violación de derechos humanos. Punto. Si PPK libera a Fujimori no será un indulto, sino una excarcelación ilegal y deberá asumir las consecuencias políticas y legales. Sin embargo, estamos en el Perú y ya un Presidente indultó a uno de sus amigotes que se suponía tenía cáncer terminal y “sanó milagrosamente” llevando una vida normal y próspera después de haberse embolsicado 19 millones de soles que eran para la reconstrucción de Pisco luego del terremoto. ¿Recuerdan el caso? Otro golpe a esta democracia cada vez más descalcificada que sigue arrastrándose hacia la premodernidad.

Regresa la sombra del indulto y lo hace en un contexto lleno de amargos incendios, generando literales cortinas de humo que han pasado a segundo plano lo que acaba de decir Marcelo Odebrecht sobre Keiko Fujimori, o las iniciales A.G. en las agendas del mismo caso de sobornos a altos dignatarios peruanos. Regresa la sombra del indulto como esquelético fantasma de la impunidad a derretir la justicia que se les dio a las víctimas y familiares de las violaciones de DD.HH. que cometió el fujimorismo comandados por Alberto. Regresa el rumor del indulto y su sombra nos recuerda que al gobierno de PPK se le agotó la confianza popular, “se acabó el recreo, gringo”, otra vez el país es una olla a presión.

Disfrazando a la fiera

El objetivo del fujimorismo es el control de los principales poderes, subrayo la palabra control pues ahí está su raigambre autoritaria, el gesto fascistoide y su talante antidemocrático. No busca influir, incidir, orientar o debatir, no, busca controlar. Y no hablamos sólo de poderes del Estado (ya controla el Congreso, el BCR, influye en la Contraloría, está buscando el Tribunal Constitucional) sino también, a sectores populares, sintonizando también con los grandes poderes económicos que deciden la vida del país.

Gracias a la sintonía política o influencia en algunos medios de comunicación, el fujimorismo ha logrado que lo rebauticen como la principal “fuerza política”, incluso algunos incautos analistas son funcionales a este discurso, y en esta suerte de “blanqueo mediático”, se borran de un plumazo el hecho comprobado que, hasta hace algunos años, eran una mafia asesina que asaltó el poder, que compró con nuestra plata la conciencia de muchos y que sus principales operadores están presos o prófugos. Que hayan utilizado el juego democrático para este “blanqueo” no borra para nada su pasado mafioso y menos su presente lleno de investigaciones que van desde Odebrecht al narcotráfico. Pero claro, para ellos son la principal “fuerza política”.

Se olvida que muchos periodistas muertos de vergüenza se escondieron o se fueron del país para no ser recordados como “gueishas” del régimen cleptocrático de Alberto, y ahora que el reciclaje funcionó, regresan a ponderar y poner en la “agenda nacional” la necesidad de un indulto humanitario para alguien que fue absolutamente inhumano.

Democracia apuñalada

Quizás el hecho histórico fundacional del nuevo periodo democrático sea la Marcha de los 4 Suyos. Una movilización nacional que vino precedida de grandes marchas regionales, locales y un sinnúmero de jornadas de protesta en todo el país desde 1998. La ciudadanía en general se movilizó contra la opresión fujimorista cuyo culmen se encontraba en la persecución de sus críticos y asesinatos sistemáticos dirigidos desde Palacio y ejecutados por el SIN montesinista. Recordemos que resultaban insoportables las consecuencias de las corruptas privatizaciones que llevó adelante la cleptocracia fujimorista: despidos masivos, encarecimiento de los servicios públicos, tremendas injusticias y recorte de derechos productos del brutal modelo económico que impusieron con el golpe de 1992 a punta de “shocks” y que llamaron eufemísticamente: “reinserción económica”, “sinceramiento económico” y más tarde “crecimiento”.

Lamentablemente, a la Marcha de los 4 Suyos le siguieron 4 gobiernos neoliberales que no sólo continuaron -y continúan- la receta económica fujimorista, sino que perfeccionaron sus políticas represivas al legalizar, por ejemplo, la criminalización de la protesta, legalizar los oligopolios mediáticos llamados hoy “concentración de medios” y alinearlos al catecismo conservador, permitieron el desarrollo del narcotráfico y el crimen organizado dentro y fuera del Estado generando un tipo de corrupción muy virulenta y de “alto vuelo”, sofisticada, articuladora y acelerada. Una corrupción promovida desde el lumpen-empresariado cuyo objetivo era mantener sus privilegios a cualquier costo a través de lobbies, compra de candidatos y funcionarios, control del sistema policial y de Justicia para garantizar impunidad. Entonces no debería causarnos sorpresa el triunfo crónico del “roba, pero hace obra”, ni que esté prófugo el vicepresidente de la CONFIEP, ni que el Director del INPE integre una banda de delincuentes junto a una veintena de policías.

La corrupción neoliberal ha infectado la fe en el sistema democrático, el ciudadano de a pie constata que la democracia por la que se luchó en el 2000 lo ha dejado desprotegido. Solo se han beneficiado grupos de poder legales e ilegales cuyas diferencias se van borrando cada día. Amparados en las políticas de “libre mercado” y repliegue del Estado han sabido moverse en las zonas oscuras que deja una laxa legalidad. Si el proteccionismo del Estado elefantiásico generó corrupción estatal, el neoliberalismo ha derramado corrupción en toda la sociedad y esta corrupción neoliberal es una puñalada por la espalda a la Democracia. Impusieron un orden y reglas de juego que ellos mismos no respetaron. En este contexto la excarcelación del reo Fujimori es la consagración de un modelo corrupto y corruptor, es un homenaje al padre de este engendro que ha ido creciendo en el seno del Perú desde abril de 1992.

Si PPK suelta a Fujimori se levantará de su tumba Martín Adán a sentenciar de nuevo “volvimos a la normalidad”. Y por enésima vez, la derecha habrá secado bien los pastos para que algún extremismo incendie la pradera.


FUENTE: diariouno.pe


Escrito por

Jorge Millones

Trovador y productor. Aficionado a la filosofía y las ciencias sociales.


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