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UNA OPORTUNIDAD PARA EL PERÚ

El desastre después del desastre

Publicado: 2017-03-26


La pertinente inversión en obras de prevención y gestión de riesgos hechas por el gobierno del Presidente Correa en Ecuador hacen la gran diferencia al afrontar los embates del “fenómeno del niño costero” o el cambio climático (aunque los medios no le quieran llamar así, todavía). Hoy en día, en el resto del mundo, lo que le pasa al Perú es conocido como “desastres sociales” y son consecuencia de una total falta de planificación, ausencia de políticas de educación ciudadana e inversiones públicas en gestión de riesgos. Aquello que el alcalde de Lima llama “furia de la naturaleza” revela en el fondo su incapacidad para afrontar este tipo de problemas y su nulo interés en la planificación y en la prevención. ¡No ha sido capaz de gastar ni siquiera el 3% en prevención de desastres!

Bienvenida Casandra

El arqueólogo Walter Alva advertía que durante el esplendor de la cultura Moche en el norte y centro del Perú ya lidiaban con el “fenómeno del niño” y durante siglos canalizaron el agua para irrigar grandes valles y hacer producir el desierto. Jamás se les ocurrió construir allí por donde pasaba un río o por donde había pasado, sabían cómo se activaban viejos cauces y reavivaban quebradas y tomaban las previsiones del caso. Sobrevino mucho tiempo después un cambio climático que tampoco pudieron afrontar, su dios Aiapaec les quitó el agua. Lo mismo ocurrió con los Lambayeque que tuvieron que soportar lluvias e inundaciones, huaicos y la destrucción de sus canales y tierras de cultivo. Pero ninguna de estas culturas pre hispánicas tenía un uso irracional del agua y construían sus edificaciones lejos de los cauces. Mucho del conocimiento ancestral sobre el territorio peruano se perdió con la conquista, y lo poco que queda de él es ignorado o ninguneado.

El ingeniero Julio Kuroiwa, experto en gestión de riesgos, ha señalado enfática y directamente a los alcaldes como los grandes responsables de este desastre. Desde los años noventa se ha venido repitiendo un patrón de lluvias e inundaciones con los que se han elaborado mapas y pronósticos realizados por ingenieros ambientales de diversas partes del Perú, así como sendos informes de entidades de Ecuador (Centro de Estudio del Niño Internacional de Ecuador) y el CEREN del Perú, ambas instituciones alertaban de aumento de la temperatura del mar en la zona limítrofe de ambos países, todo esto consta en la web del INDECI. No solo se advirtieron a las autoridades nacionales y locales, también se les entregaron proyectos para evitar lo que hoy estamos sufriendo en toda la costa norte y centro del Perú.

Pero los científicos y técnicos ambientales en el Perú están condenados a ser como Casandra, la hermosa mujer del mito griego que consiguió el don de ver el futuro gracias al dios Apolo, pero este la maldijo cuando ella no quiso acceder a sus intenciones carnales. Casandra podía ver lo que iba a pasar, pero nadie le creería ni le harían caso. Así marchamos, la voz de la razón advirtiéndonos de los desastres que tenemos encima y el poder corrupto manejando esta destartalada combi que es el Estado peruano, un poder corrupto y matón, que no escucha a sus ciudadanos, que no ve seres humanos, únicamente cifras y oportunidades para medrar en las crisis.

Del Niño al Shock

Mucho cuidado con el proceso de “reconstrucción” que se venga. La investigadora canadiense Naomi Klein nos advierte que los grandes negocios del neoliberalismo (“faeonones” y “negociazos”, en buen peruano) se producen durante las guerras, inundaciones, terremotos, tsunamis y grandes desastres. Las guerras promovidas por el lumpen empresariado norteamericano en Afganistán e Irak terminaron siendo pingües negocios para empresas, no solo del petróleo, también de mercenarios como Blackwater y contratistas y subcontratistas de la construcción. Cuando ocurrió el desastre del huracán Katrina en EEUU, justo en el momento de mayor conmoción del pueblo de New Orleans, las empresas extendieron “pertinentemente” ofertas para la reconstrucción, los pobladores de las zonas afectadas se endeudaron de por vida en dicho proceso de reconstrucción con la anuencia del gobierno. Y es que el otro nombre que usa Klein para referirse al neoliberalismo es “capitalismo del desastre”, un tipo de doctrina basada en el aprovechamiento económico de las sociedades cuando están conmocionadas por algún tipo de shock.

Los peruanos sabemos a qué sabe la doctrina del shock: El autogolpe de Fujimori y su inhumano ajuste económico fue el primer shock neoliberal en el Perú y los negocios que se hicieron con las privatizaciones fueron presentados eufemísticamente como “reconstrucciones” o “sinceramientos” económicos. Otro que se hizo célebre fue el proceso de “reconstrucción” tras el terremoto del 2007 en Ica, durante el segundo gobierno aprista. Las denuncias que acumuló FORSUR (entidad creada para la reconstrucción) así como su escandalosa ineficiencia demostraron que los desastres son grandes oportunidades para hacer más dinero.

Un Perú resiliente

Así como hay personas que soportan el shock y desarrollan cierto tipo de resiliencia, las sociedades también lo hacen, se vuelven aguantadoras y no olvidan. Por eso, esta vez no olvidemos a las autoridades corruptas que se prestaron para los sospechosos “cambios de zonificación” coludidas con los traficantes de terrenos o empresas inescrupulosas que construyeron en las riberas de los ríos, o en viejos cauces, o en terrenos blandos sabiendo que esas zonas no eran aptas para la construcción. No olvidemos que es necesario educar a la propia gente que invade estas zonas empujados por la pobreza y la miseria estructurales, que sabiéndolo o no, forman ilegales y precarios asentamientos humanos, que en casos como este, terminan siendo los primeros en sufrir la arremetida de los huaicos.

Aunque en estos momentos no lo parezca, esta es una buena oportunidad para el Perú, para volver a hacer todo de nuevo, pero esta vez que sea bien. En nuestras manos está saber resistir, poder recordar, para poder elegir conscientemente.

(Fuente: Diario UNO)


Escrito por

Jorge Millones

Trovador y productor. Aficionado a la filosofía y las ciencias sociales.


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