¡QUE PASE EL DESGRACIAO!
Un “talk show” de Laura Bozo es la mejor metáfora para explicar lo que fue y es el estilo de gobierno fujimorista, que más que un estilo ha sido un modus operandi copiado por Toledo, mejorado por García y continuado por Humala. Empobrecer tanto una sociedad para tener a sus ciudadanos como súbditos de la corrupción dispuestos a todo para sobrevivir, naturalizar las desigualdades, cosechar poder en el descalabro moral y hacer de todas estas miserias un espectáculo televisivo. Ése ha sido el relato histórico e histriónico que ha acompañado el “crecimiento” neoliberal.
La diosa madre de la “televisión basura”, la nodriza de “Magalis”, “Peluchines”, “Esto es guerra” y otros adefesios, estuvo en Lima unos días. Abandonó su trono en Televisa (las ligas mayores de la destrucción espiritual) para demandar al ex ministro toledista Fernando Olivera por haberle ofrecido, supuestamente, un “arreglo bajo la mesa” para exculparla de su condena que, por cierto, no cumplió completamente. Declaró en todos los medios que pudo, dijo que “no venía a generar escándalos” (sí, claro), pero en un país azotado por cotidianos escándalos, cada un peor que el otro, la visita altisonante de Bozzo pasó desapercibida.
¡QUE PASE LA AMANTE!
Y es que Laura Bozzo fue la pionera en abrir el desagüe que diseñó Vladimiro Montesinos (de quien “se enamoró como una quinceañera”, según declaró en su juicio) iniciando un proceso acelerado y adictivo de enmierdamiento televisivo, condenando a todo el Perú a la cacosmia que hoy padecemos. La debilidad política de las fuerzas democráticas, la reincidencia inmoral de los medios y la fuerza de la costumbre han hecho que la pestilencia de lo excrementicio mediático sea percibida por muchísima gente como un rico aroma. Y como piensa Marco Aurelio Denegri, el día que se prohíba o regule la producción incesante de basura televisiva, tendremos a muchedumbres en las calles protestando por haberles quitado su ración diaria de bazofia.
En la década infame del fujimorismo la “televisión basura” (hoy tolerable gracias a internet) reinaba todopoderosa, no había manera de librarse de ella y el baluarte de ese foco infeccioso fue Laura Bozzo. Después el neoliberalismo se asentó gracias al sostenido y sistemático desagüe televisivo (que salpicó a radios y periódicos) el fujimorismo se fortaleció. Su cinismo “alpinchista” arraigó tanto en el “achorao” de barrio, como en el ignorante “pituco facho”, desde esos dos extremos el fujimorismo construyó su propia versión de un “populismo de derecha”. Ése es el aporte de los medios corruptos a la formación del fascismo social en el que flotan el fujimorismo y sus amigos.
¡CÁLLATE BABOSO!
Laura es agresiva, violenta, morbosa, sin escrúpulos y dispuesta a todo por dinero y poder. Por eso, admira a Fujimori y Montesinos, porque tuvieron la “mano dura” para imponer su orden, no le importó que violaran derechos humanos asesinando gente sistemáticamente,
Ella expresó esa fascinación patológica por el poder que caracterizó al primer fujimorismo. La aterrada sociedad peruana de los ochenta y noventa buscaba una tabla de salvación y “El Chino” les dio pan y circo mientras “resolvía” los problemas. La gente prefirió mirar para otro lado creyendo en aquel mito: “El Chino nos liberó del terrorismo”; y mientras vladimoris y fujivladis rompían rércords históricos de corrupción y latrocinio en el Perú, Laura y sus epígonos repartían su adictiva basura por doquier.
¡TÚ QUÉ RECLAMAS SI ERES PEOR QUE YO!
La “televisión basura” es el discurso oficial de la cultura fujimorista (neoliberal) que nos repiten que no hay otra opción y que ellos son el único camino. Así como en los programas de Laura Bozzo había mujeres que lamian sudadas axilas por unas monedas, o familias que alquilaban a sus hijos para representar el montaje de una historia miserable, así, el neoliberalismo ha convertido al Perú en un enorme “talk Shaw” y su mensaje es: “Tú que me reclamas si eres peor que yo” (justo el título de uno de los capítulos de Laura en América). Los directamente ligados a los escándalos de Odebrecht están apelando justamente a la cultura basura que nos han impuesto: “No se quejen porque todos somos igual de corruptos”.
No habrá un equivalente del “vladivídeo” que derrame el vaso y haga que los peruanos se rebelen, pues el sistema judicial y los medios se han encargado de desmoralizar al pueblo exhibiendo una larga pasarela de impunidades. El Perú, apuñalado tantas veces por la espalda, está resignadamente dispuesto a cualquier cosa para ganarse alguito.
Mientras sigamos así, siempre habrá una “señorita Laura” que nos presentará ante el mundo con un sonoro: “¡Que pase el desgraciao!” Y entrará un peruanito sin dientes dispuesto a hacer el ridículo por unos pesos. A menos que -algún día- ese peruanito le haga tragar sus palabras, porque aquí señores, no hay un “desgraciao”, aquí hay un pueblo digno que está rumiando su rabia.