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EL MANUSCRITO DE HUAROCHIRÍ Y EL TINKUY DE ZENÓN DEPAZ

Publicado: 2015-07-28


Siempre es grato anunciar la feliz noticia de un nacimiento, esta vez ha nacido un libro muy especial para nosotros, el libro de nuestro maestro y buen amigo Zenón Depaz. “La cosmo-visión andina en el manuscrito de Huarochirí” (Ediciones Vicio perpetuo vicio perfecto, Lima, 2015) trabajo con el que logró su doctorado por unanimidad, ya se encuentra entre nosotros.

El célebre manuscrito de Huarochirí, el documento más antiguo en quechua que relata la cosmogonía de la zona centro de los andes, que fue traducida por Arguedas (el que mejor interpretó los simbolismos del manuscrito mandado a hacer por Ávila) Taylor y muchos más, es abordado por Zenón Depaz con la vocación (devoción) de un “waqasa”, con la certeza de que algo muy importante ha estado “diciendo” ése texto durante muchos años dormido.

Con esta investigación Depaz logra ampliar las posibilidades de la filosofía, enriquecerla con este enfoque que echa raíces en una tradición de pensamiento que ha sobrevivido más de 500 años de exterminio, que ha sobrevivido no sólo en la cultura viva de nuestros pueblos indígenas, en sus fiestas, en su ritualidad, su música, sus tejidos, su arte, su lengua, su ciencia, ha sobrevivido también en los restos monumentales que nos ha legado, pero también, en una fuente histórica primordial: los Manuscritos de Huarochiri. En este extraordinario documento se ha fijado, sin duda alguna, la huella más importante de la cosmovisión andina y de la profundidad conceptual de su pensamiento.

A partir del análisis interdisciplinario, de múltiples lecturas cotejando traducciones, versiones y textos colaterales hecho por el colectivo Chawpi Atoq (del cual Zenón Depaz es el animador principal) es que Zenón ha construido un interesante enfoque que sirve de puente, de vinculo dialógico entre la tradición filosófica occidental y la cosmovisión andina.

Confluyen en este “puente”, en este tinkuy conceptual: la hermenéutica gadameriana, el enfoque simbólico de Ricoeur, el martillo de Nietzsche, los develamientos en medio del bosque de Heidegger, el enorme aporte sobre el mito de Eliade, la antropología, los cronistas, la historia, hasta los juegos de Wittgenstein, dialogando con conceptos andinos como kama, Yachay, Pacha, Yana y Waka. Otra ontología se abre paso, una “ontología relacional” (diría yo), que se activa, que le da sentido a la vida en la medida que se vincula con todo, es una filosofía del vínculo, sin duda, pues todo está vinculado y cada cosa encuentra su sentido y hasta su identidad a través del vínculo. Se suspende el tiempo de los cristianos y se abre (despliegan) otros mundos, y desde allí, oteamos la maravilla de la cosmovisión andina tan presente entre nosotros mismos, que aunque no entendamos sus bellas metáforas, las descubrimos en nuestro uso cotidiano del lenguaje, en la toponimia, en la historia, en el inconsciente colectivo de todos los peruanos.

Y es que la “voz” que ha construido Zenón Depaz, ésa capacidad de enunciar desde un tiempo distinto, desde una descentración del continuo histórico eurocéntrico, más allá del objetivismo cientificista, nos enfrenta directamente a nuestro ser en tanto país andino, en tanto somos parte de una matriz civilizatoria importante, nos enfrenta al desafío de tener que reflexionar desde nuestro ser andino. Después de este “guantazo” que Zenón le da a la filosofía peruana y americana al estilo de gran Churata (tan grande como Heidegger) ya no es posible: 1. Tratar el manuscrito de Huarochirí como hasta ahora se ha venido haciendo, una mera “fuente” histórica, antropológica, lingüística, etc. 2. Y en lo que concierne a la filosofía peruana, ya es imposible no tomar en cuenta este puente, este tinkuy conceptual a través de cuyo prisma hemos redescubierto un mundo que siempre se ha resistido a desaparecer, que se autoproduce y reproduce la vida.

La obsesión por el número 5 –pocas veces observada entre los investigadores del manuscrito- es recogida, atendida y puesta de relieve por Zenón, desde esta misteriosa cifra construye Zenón también la estructura de su texto. Siempre el impar, que juega a esconderse como aquella diosa andina que nunca se muestra, pero que le da sentido a la historia y mueve los engranajes del mito. Ése impar que vincula a las otras cuatro, que se mueve antes y debajo, que llega primero y se va primero, ése impar que apenas es aludido por nuestro rudimentario lenguaje.

Prologado además por Edmundo Murrugarra, ése hombre-puente que suele moverse bien en varios mundos (a decir del propio Arguedas) y que menciona bien la historia de la investigación y sus implicancias.

Felicitaciones a la gente de “Vicio perpetuo vicio perfecto” por haber publicado este libro, y a Zenón Depaz, las gracias por compartir con la comunidad filosófica y con la sociedad en general, este arduo trabajo. Los miembros del colectivo Chawpi Atoq hemos sido afortunados testigos de la escrupulosidad con que ha tratado el tema, de su generosidad al compartir con nosotras y con nosotros sus reflexiones y sus hallazgos.

No se lo pierdan.


Escrito por

Jorge Millones

Trovador y productor. Aficionado a la filosofía y las ciencias sociales.


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